Una pareja casi perfecta by Marian Keyes

Una pareja casi perfecta by Marian Keyes

autor:Marian Keyes [Keyes, Marian]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2018-03-08T05:00:00+00:00


¿Una columna semanal? ¿Cobrando o sin cobrar? ¿Sobre su recuperación de la adicción o sobre temas más generales? ¿Durante un tiempo limitado o indefinido? Eran muchas las preguntas, pero, en principio, se trataba de una buena propuesta: una suma de dinero aceptable y muy poco trabajo para Premilla.

Premilla era disléxica y Josh lo sabía, de ahí que propusiese un negro. Un montaje así requeriría un seguimiento constante: en lugar de que Premilla escribiera el texto y lo enviara, habría que programar un encuentro semanal para que transmitiera sus pensamientos al periodista, el cual se encargaría luego de redactar la columna. Me enviarían el texto para que diera el visto bueno, pues en este tipo de relaciones eran muchas las veces que el periodista malinterpretaba algo, de manera intencionada o no, con la esperanza de convertirlo en un artículo más sensacionalista. Y eso significaría vérmelas con el editor de contenidos, o sea, con Josh.

No podía aceptar. Desapegarme de él no era fácil. Lo último que necesitaba era comprometerme a un contacto profesional continuado.

Lo medité detenidamente. Una opción era rechazar la oferta de Josh sin hablar con Premilla y confiar en que ella nunca lo descubriera.

Pero eso sería injusto para Premilla.

Mi otra opción era pasarle Premilla a Alastair. Y despedirme de una entrada de dinero regular: como publicista de Premilla, la comisión mensual sería para Alastair y no para mí. Una putada, pero no tenía elección.

Así que llamé a Premilla y, tras una charla apasionada sobre la conveniencia de mantener fresca su publicidad, le vendí la idea de Alastair. Al principio se mostró desconcertada, pero para cuando colgamos estaba encantada.

Entonces llamé a Alastair.

—No me preguntes por qué, porque no voy a decírtelo, pero ahora Premilla Routh es tu clienta. —Al igual que Premilla, se mostró desconcertado pero estaba encantado.

Había llegado el momento de ocuparme de Josh.

Estaba la opción bestia: rechazarlo como amigo en Facebook, dejar de seguirlo en Twitter e Instagram, bloquear sus correos electrónicos…

Pero me parecía exagerada. Además, por trabajo estábamos obligados a mantener la cordialidad. Así pues, respondí a su correo diciéndole que si tenía otras consultas que hacer en el futuro relacionadas con el trabajo, se pusiera en contacto con Alastair.

Me envió un mensaje casi al instante: ¿Significa lo que creo que significa?

Esperé unos minutos, preguntándome qué decir, hasta que, con el corazón encogido, escribí: Lo siento, Josh.

Instantes después me sonó el móvil: era él. No contesté.

Dejó un mensaje de voz que eliminé sin escucharlo. Luego, muy discreta, dejé de seguirlo en Instagram y lo silencié en Twitter. No era tan bestia como bloquearlo y borrarlo de mi lista de amigos, pero significaba no tropezar con cosas que me recordaran lo que había llegado a considerar.

Aun así, de vez en cuando me topaba con un post compartido o me venía un recuerdo, seguido siempre de un espantoso sentimiento de culpa.



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